Haber recibido los tres Sacramentos de Iniciación: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Participar fielmente en la Misa Dominical y los días de precepto y dar testimonio de su fe en Cristo Jesús al recibirlo regularmente en la Santa Comunión.
(Para católicos casados) Estar válidamente casado de acuerdo con las leyes de la Iglesia Católica
(Para religiosos o clero) Estar en buena conducta con mi comunidad religiosa o la Diócesis a la cual pertenezco
(Para católicos solteros) Estar viviendo una vida cristiana de acuerdo con las leyes de Dios y la Iglesia Católica.
Dar el apoyo a la persona que apadrina con sus oraciones y con el ejemplo cristiano de su vida cotidiana.